Friday, June 15, 2007

Ramos Generales

I

Ramos se levantó de su asiento y dijo:

No tengo pares de medias. Tengo medias pero no en pares. Hoy, por ejemplo, tengo una azul a rayas en el pie derecho y otra con pintitas celestes en el izquierdo. Claro que no es un par idéntico, como muchas cosas en la vida no necesitan serlo. El cajón está lleno de Unos hace rato pero no de Duplas, únicamente de Unos, solitarios y no muy comunicativos entre sí. Individuos, anónimos, fulanos sin necesidad de entablar una conversación. Los hay cortitos (apenas pasando el tobillo), tres cuartos (justo debajo de la rodilla) y extra largos (que llegan hasta la mitad del muslo). Los extra largos no se hablan con los cortos. Los tres cuartos defienden a los más pequeños por la aplicación de la justicia divina ante la diferencia de tamaño. Los pequeños sostienen que pueden defenderse solos, entonces los tres cuartos se les ríen en la cara y se pasan del bando de los extra largos. Éstos últimos, ahora se sienten desafiados por los otros y se las toman directamente con los tres cuartos. Las noches dentro de ese primer cajón de mi cómoda, son desarrollos bélicos que no llegan a nada. Absolutamente nada se resuelve y creo que es porque son todos muy diferentes, aún dentro de cada grupo. Esto es porque hay además, otras categorías como: de algodón, de lana, de lycra. Entonces llega el momento en que los de lana discuten con los de algodón y ahí se olvidan de los tamaños debido a que extra largos, cortos y tres cuartos están todos mezclados. A veces me siento un poco Lévi-Strauss, un Lévi-Strauss venido abajo claramente, inmerso en la etnología de los Soquetes y en el infortunio de su diversidad. Sí, hay peleas, pero así y todo no hay demasiado diálogo y es una verdadera pena.

Ramos se levantó de su asiento y dijo:

Hay que mirar detrás de la cortina. No hay una vez que yo no observe. Me estaré peinando, me estaré acomodando la corbata frente al espejo, o simplemente me estaré por cortar las uñas, que nunca dejo de mirar detrás de la cortina del baño. No es que pienso encontrarme a alguien, un ladrón o a Janet Leigh y yo soy una especie de Norman Bates, no se trata de eso. Deje de verme así. Tengo la sensación de que alguna vez me voy a topar con un monstruo, con una especie de bola de pelos con dos patas y con sombrero tipo galera, con dos ojotes como los faroles de un Rolls Royce. Es la escena de "Psicosis" invertida y más amigable, ¿no? A veces hasta quiero verlo, tengo la intención de que de verdad esté ahí. Entonces quito la cortina con la fuerza que me da semejante expectativa. ¡No saben lo que me gustaría que apareciera allí y que me cantara una canción de Café Tacuba con esa guitarra que tiene colgada en la espalda!: “¡Piensa en tu madre y dejate caer, monstruo desfazado!”

Ramos se levantó de su asiento y dijo:

Me exaspera la mayonesa caliente. Siempre que me pido un tostado en algún bodegón, les aclaro: “sin mayonesa por favor”. Algunas veces el paspado del mozo se olvida y cuando le doy el primer mordiscón ¡Zas! Una especie de lava amarilla sale despedida. Cual volcán. Como el Vesubio, ¿saben? ya bastante con sumergir a Pompeya y Herculaneum como para venir a censurar mis papilas gustativas. La mayonesa no fue creada para ser consumida después de un sometimiento a altas temperaturas, le quita su sabor, su peso, su volumen, se vuelve una babita cremita con gusto a huevo de ganso. A nadie le gustan las cosas que no tienen definición: ¿usted qué es: crema o mayonesa? Los híbridos no deberían ser permitidos en este mundo. Definiciones señores, más de eso necesitamos. Sepan que es muy distinto, en un principio, cocinar algo que ya tiene mayonesa, que agregarle el condimento frío sobre lo ya cocinado. Ojo. Esta diferencia es radical y cardinal.

Ramos se levantó de su asiento y dijo:

No, no vivo solo. Tengo un fantasma que me hace compañía. A veces siento su espalda posada sobre la mía cuando cocino, es pesado. Cuando miro películas se mueve sigiloso detrás mío para llamar mi atención. Muchas veces parte hacia otro lado y no vuelve por meses. La casa se vacía por completo. No hay ruidos, no hay olores, no hay voces entonando canciones de Café Tacuba, nada. Hasta que empiezo a olvidarme del fantasma. Pasa a esa región del cerebro donde tengo esas extrañas estructuras patológicas que me provocan amnesia ante la ausencia de la demostración constante de su déficit atencional y donde mis encimas no producen los amiloides necesarios ni se toman vacaciones. ¿Qué si averigüé de dónde proviene? No me interesa. Los pasados de la gente no me incumben, tampoco tengo interés en compartir mi pasado con usted. Pero nunca llega al mero recuerdo. Jamás me abandona del todo, vuelve y me mira desde el retrovisor de un taxi, o me da el vuelto en el kiosko de diarios o me chifla cuando me tomo el subte y después, me pega un abrazo.